Quien conoce el amor, es porque ha conocido antes el odio
Quien conoce los frutos de las virtudes, conoce también los frutos de la maldad.
Quien conoce el amor, es porque ha conocido antes el odio. Quien conoce el anhelo ferviente por el Reino, es que conoce el rechazo al mundo. Quien conoce los frutos de las virtudes, conoce también los frutos de la maldad. Quien sabe que los ángeles se alegran de sus acciones, sabe también que antes eran los demonios quienes lo hacían. Porque, hasta que no pruebas el sabor de lo dulce, no te das cuenta de lo amargo que comías antes. En verdad, ¿cómo podría el hombre saber lo que es la avaricia, si antes no renuncia a sus bienes y permanece en la pobreza por Dios? ¿Cómo podría conocer lo agrio de la envidia, si antes no alcanza la mansedumbre? ¿Cómo podría entender lo que es la ira, si antes no obtiene la paciencia duradera? ¿Cómo podría entender el descaro del orgullo, si antes no obtiene la delicadeza de una mente humilde? ¿Cómo podría conocer el hedor del engaño, si no conoce la dulzura de la purísima simplicidad? ¿Cómo podría entender la vergüenza de hablar mal de los demás, si antes no conoce sus propias faltas? ¿Cómo podría saber que no está bien burlarse de los demás, si antes no ha llorado por sus propios pecados? ¿Cómo podría conocer los perjuicios de la desidia, si antes no ha sosegado sus sentidos y conocido la luz de Dios?
(Traducido de: Isaia Pustnicul, Douăzeci şi nouă de cuvinte (Cuvântul XXI, Despre pocăinţă), în Filocalia XII, traducere din greceşte, introducere şi note de pr. prof. dr. Dumitru Stăniloae, Editura Humanitas, Bucureşti, 2009, p. 144-145)