“¿A quién debo escuchar: a mi mente o a mi corazón?”
Siempre hay que hacer lo que Dios nos pida hacer. No se trata de dejarse llevar por la mente o el corazón. La voluntad de Dios te dará todas las señales, los signos y los mensajes necesarios para decirte cómo debes actuar.
Si la razón te dice que no es bueno enamorarte de alguien, ¿es bueno dejarse guiar por el corazón?
—¡Atención a lo que acabas de decir! Hermano, la razón reside en el corazón, ¡que no se te olvide! Quien habita en la cabeza es el cerebro. En el cerebro residen los procesos químicos de la razón, pero no la razón misma. Luego, siempre hay que hacer lo que Dios nos pida hacer. No se trata de dejarse llevar por la mente o el corazón. La voluntad de Dios te dará todas las señales, los signos y los mensajes necesarios para decirte cómo debes actuar. ¡Eso sí, con una condición! Acuérdate de aquel juego que tanto te gustaba cuando eras niño: “Abre bien tus oídos, y veamos si adivinas quién te acaba de llamar por tu nombre…”.
Y Dios te llama: “¡Juan!”. ¿Qué respondes? ¡Ah, pero Juan tiene puestos sus auriculares todo el día, y es imposible que escuche algo de lo que pasa a su alrededor! ¿Cómo va a notar lo que Dios le está diciendo? Perdónenme si les pregunto… ¿Cómo puede entender Cecilia que Leonel la ama, si todo el día se la pasa contemplándose frente al espejo? Se pone una pestaña postiza, se la quita, se pone unas uñas artificiales, se las quita, se pone una peluca, porque no le gusta cómo tiene el cabello… se la quita, a veces hasta se quita el cabello… Es decir, hijo, que cuando estás demasiado preocupado por ti mismo, Dios no tiene cómo darte señales que tú puedas descifrar…
(Traducido de: Părintele Constantin Necula, Creștinism în vacanță, Editura Agnos, Sibiu, 2011, pp. 123-124)