Padre, cuando caemos en pecado, ¿es bueno decir “el maligno me forzó a hacerlo”?

—He oído a muchas personas decir que el demonio es el culpable de que ellos sufran, cuando la responsabilidad es solamente suya, por no enfrentar correctamente las cosas. Luego, el astuto, en verdad, astuto es. ¿Nos puede impedir que cometamos algo malo? ¡Él simplemente hace su trabajo! ¡No lo acusemos de todo lo que nos pasa! En una oportunidad, un monje que vivía en una cabaña con su preceptor, viéndose solo por unos instantes, tomó a hurtadillas un huevo, lo puso sobre una llave —una de esas viejas y enormes llaves de metal—, encendió una veladora y la puso debajo de la llave para cocer el huevo. En eso, el padre espiritual del monje entró en la celda, y viendo la escena, dijo: “¿Qué estás haciendo?”. “Padre, el demonio me puso a cocer este huevo sobre una llave”, respondió el discípulo. Entonces se escuchó una terrible voz: “¡Ese truco ni yo lo conocía! ¡De él lo acabo de aprender!”.

Muchas veces el maligno duerme, y nosotros somos quienes lo despertamos.

(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Viața de familie, volumul IV, Editura Evanghelismos, p. 133)