¿Quieres sanar tu alma?
En su interior, el hombre se empecina en mantener ese estado de pecado que lo domina. No es capaz de renunciar a él. Puede decir: “¡Señor, ayúdame!”, pero en el fondo de su corazón no lo desea.
El pecado no es solamente “pecado” en sí mismo. Algunas veces puede llevar al hombre a no desear sanar del estado en el que se halla. Ahora, en los tiempos del Nuevo Testamento, con la venida de Cristo, si el hombre quiere sanar del pecado, el Señor lo sana inmediatamente: “¿Quieres sanar?”, le pregunta. Pero el hombre no quiere. Con palabras, diría cualquier cosa, pero en su interior se empecina en mantener ese estado de pecado que lo domina. No es capaz de renunciar a él. Puede decir: “¡Señor, ayúdame!”, pero en el fondo de su corazón no lo desea, y el pecado permanece, según las palabras del Señor: “¡Como decís que veis, seguís en pecado!”.
Y es que, aquel que no quiere sanar, es porque cree que está sano. Sin embargo, el pecado pervive en su interior. Hay cristianos que han sido bautizados desde hace muchos años, pero aún no han sanado de sus faltas. ¡No basta con afirmar algunas cosas con tu boca, o con hacer unas cuantas buenas acciones!
(Traducido de: Arhimandritul Simeon Kraiopolous, Sufletul meu, temnița mea, Editura Bizantină, București, 2009, p. 99)