¿Realmente amamos a nuestros hijos?
¿A quién más podríamos amar, sino a nuestros propios hijos? Con todo, el Apóstol Pablo, analizando detalladamente las características del amor, nos acusa...
Todos consideramos que amamos a nuestros hijos. Es algo que nos parece normal, como una ley de la naturaleza de la cual no estamos exentos. ¿Y a quién más podríamos amar, sino a nuestros propios hijos? Con todo, el Apóstol Pablo, analizando detalladamente las características del amor, nos acusa:
“El amor no se irrita” (I Corintios 13, 4-5). Veamos: ¿en verdad amamos tanto a nuestros hijos, que nunca nos enfadamos con ellos?
“El amor no busca su propio interés“. ¿Qué podemos decir de nuestra “vida personal”, nuestros “intereses”, distracciones, etc.?
Por eso, que nos asombre si el camino hacia los corazones de nuestros hijos no se nos abre completamente. Reconozcámoslo e intentemos corregir nuestros errores, para así poder conquistar sus corazones. Para esto tendremos que dedicarnos completamente a ellos, para convertirnos no solamente en sus guías, sino también en sus amigos más cercanos, entendiendo sus intereses y requerimientos.
(Traducido de: N. E. Pestov, Cum să ne creștem copiii: calea spre desăvârșita bucurie, traducere din limba rusă de Lucia Ciornea, Editura Sophia, București, 2005, pp. 31-32)