Recomendaciones para la práctica diaria de la “Oración de Jesús”
Pronúnciala despacio y con atención, como si te hallaras frente a alguien importante y quisieras pedirle algo. No te concentres solamente en las palabras, sino, ante todo, en procurar que tu mente descienda al corazón y se mantenga ante Dios.
Al cumplir con tu regla de oración, también dedícale un tiempo a la “Oración de Jesús”. Puedes hacerla en dos tandas: una, antes de hacer tu canon de oraciones, y otra, al terminar tu canon. El número de repeticiones y el tiempo que le dediques depende de ti o del consejo que te dé tu padre espiritual.
Al inicio, no te impongas un número determinado de repeticiones, pero a medida que te vayas endulzando con ella, puedes incrementar esa cantidad gradualmente. Y si sientes el deseo de hacer un número grande de repeticiones, no rechaces ese impulso de devoción. Recuerda, esto no tiene por qué representar una regla permanente de oración. Recítala las veces que te dicte el deseo de tu corazón, sin importar si estás excediendo el número que te habías propuesto. Tampoco te apresures en terminarla lo antes posible.
Pronúnciala despacio y con atención, como si te hallaras frente a alguien importante y quisieras pedirle algo. No te concentres solamente en las palabras, sino, ante todo, en procurar que tu mente descienda al corazón y se mantenga ante Dios, Quien está presente con una perfecta conciencia de la grandeza, la verdad y el don que posee. Practicando esta oración, ya sea en el marco de tu canon, o fuera de este, esmérate en conservar una determinada postura. Puedes hacer una inclinación con cada repetición; diez inclinaciones y una postración, por ejemplo, hasta terminar.
(Traducido de: Arhiepiscopul Antonie de Golânsk și Mihailovsc, Calea rugăciunii lăuntrice, Manualul isihiei, Editura Bunavestire, Galați, 2003, p. 66)