¡Recordemos siempre nuestras propias injusticias!
Esforcémonos en cumplir lo que nos pide la Palabra de Dios, y renunciemos a nuestras egoístas pretensiones, mismas que solamente buscan la justicia humana.
Para la tranquilidad de sus almas, considero apropiado recordar las palabras evangélicas del mismo Señor: “al que te abofetee en la mejilla derecha, preséntale también la otra”. Es decir que cuando seamos señalados y reñidos por cosas que no hemos hecho, debemos recordar las veces en las que verdaderamente hemos sido culpables ante Dios y ante los demás. Y para recibir el perdón de nuestras faltas, debemos perdonar las injusticias y ofensas que nos provocan quienes no rodean, tomando en cuenta las palabras del Señor, Quien dice: “... si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre perdonará las vuestras”.
¡Palabras terribles y estremecedoras! Esforcémonos en cumplir lo que nos pide la Palabra de Dios, y renunciemos a nuestras egoístas pretensiones, mismas que solamente buscan la justicia humana. En pocas palabras, procuremos que aquella amonestación apostólica no caiga también sobre nosotros: “no reconociendo la justicia de Dios y buscando establecer la justicia propia, no se sometieron a la justicia de Dios”.
Y la verdad de Dios radica en el hecho que cuando somos “abofeteados en la mejilla derecha”, debemos recordar nuestras faltas del otro lado.
¡La paz esté con Ustedes!
(Traducido de: Sf. Ambrozie de la Optina, Sfaturi pentru familia ceștină, p. 158)