Palabras de espiritualidad

Relato de un milagro de San Nicéforo el Leproso

  • Foto: Stefan Cojocariu

    Foto: Stefan Cojocariu

Colocaron las reliquias en un pequeño cofre, que después pusieron en el pequeño altar de la casa, en donde mantienen encendida una veladora.

Un joven y piadoso cristiano, quien por motivos personales pidió permanecer en el anonimato,  fue un día a visitar al padre Eumenio, y le dijo: “Padre, me han dicho que aquí tienen las reliquias del padre Nicéforo. ¿Es posible que me den una partícula de las reliquias, para bendición y protección de mi familia?”.

El padre Eumenio aceptó y le obsequió un pequeño fragmento de las reliquias. El joven lo tomó, lo besó, lo envolvió con devoción en un paño y se lo colocó en el bolsillo del pecho de la camisa. Después de agradecerle nuevamente al padre Eumenio, se montó en su motocicleta y partió de vuelta a casa.

En la carretera, a pesar de la velocidad con que se desplazaba, no podía dejar de sentir un fuerte aroma. Y, aunque lo normal era que aquella fragancia fuera disipada por el viento, debido a la velocidad del vehículo, sucedió precisamente lo contrario, porque aquel aroma lo terminó envolviendo por completo.

Sin embargo, lo más importante estaba por suceder.

Al llegar a su hogar, le dijo a su esposa: “Ven a venerar las reliquias que acabo de traer”. Cuando esta se acercó y besó las reliquias, se apartó de un salto, gritando: “¡Me he quemado, me he quemado!”. Más tarde, ella misma confesaría. “Cuando acerqué mis labios a las santas reliquias para besarlas, sentí un calor muy fuerte, como si me estuviera quemando. Por eso fue que me asusté y salté para apartarme”.

Desde aquel momento, la mujer volvió a la fe, porque hasta ese día había vivido completamente ajena a las cosas del alma. Colocaron las reliquias en un pequeño cofre, que después pusieron en el pequeño altar de la casa, en donde mantienen encendida una veladora.

(Traducido de: Simon MonahulSfântul Nichifor Leprosul, Făcătorul de minuni, Editura Iona, București, 2017)