¡Repréndete a tí mismo, pero no caigas en la desesperanza!
Verdaderamente valiente no es el que difícilmente o raras veces cae en desesperanza, sino el que no se desespera jamás. La consciencia de la iniquidad conmueve a Dios.
Y aunque el interrogado sea ignorante, Quien responde es el mismo Dios, invisibe e inmaterial. Los que atienden perseverantemente esta regla son personas con mucha humildad. Esta es una forma fácil y perfecta, carente de soberbia.
Existe el denominado “predecesor” de los espíritus malos, que nos ataca cuando nos despertamos y ensucia nuestro primer pensamiento. Ofrécele al Señor el mismo inicio de cada día, porque éste le pertenecerá a quien se muestre primero.
No hay nada igual o más grande que los sufrimientos del Señor. Por eso, el que cae en desesperanza, se mata a sí mismo. Verdaderamente valiente no es el que difícilmente o raras veces cae en desesperanza, sino el que no se desespera jamás. ¡Repréndete, pero no caigas en la desesperanza! La consciencia de la iniquidad conmueve a Dios.
Todos recibimos dones abundantes y bendiciones por parte de Dios, pero pocos son los que le agradecen, como pocos son los que se muestran felices y satisfechos junto a Cristo. Si no conoces el idioma del agradecimiento, eres más ignorante que el peor de los analfabetos. El ser desagradecido es una vergüenza, una perversión, un vicio peor que la misma lepra.
(Cuviosul Paisie Aghioritul, Mica Filocalie, Editura Egumeniţa, 2009, pp. 82-83)