Palabras de espiritualidad

San Juan Crisóstomo, sobre la necesidad de la astucia

    • Foto: Stefan Cojocariu

      Foto: Stefan Cojocariu

No solamente en la guerra es buena y necesaria la astucia, sino también en tiempos de paz.

El engaño, cuando es utilizado con un buen propósito y en el momento adecuado, puede producir grandes frutos. Muchos han sido castigados por no haberlo usado. Investiguemos, si queremos, la vida de los grandes generales de antaño, y veremos que muchas de sus victorias vinieron a raíz de un engaño. De hecho, los generales que triunfaron con el engaño, son más ensalzados que aquellos que vencieron luchando de frente; hasta podría decirse que estos últimos ganaron sus batallas soportando grandes pérdidas, tanto de dinero como de soldados, de modo que sus victorias no les supusieron ganancia alguna. Una victoria obtenida por astucia hace que la patria se goce decididamente del triunfo. La astucia del alma no es como la riqueza que ofrece el dinero y tener muchos soldados. El dinero se gasta y se aleja de su dueño, cuando es utilizado con frecuencia en las guerras. Por su parte, la sagacidad crece mientras más la utilizamos.

Pero, no solamente en la guerra es buena y necesaria la astucia, sino también en tiempos de paz. No sólo en las cosas públicas, sino también en la casa de cada uno, cuando es utilizada virtuosamente por el esposo para con su esposa, por la esposa ante su marido, por el padre hacia sus hijos, por el amigo para con su amigo, e incluso por los hijos ante sus padres. La hija de Saúl no tuvo más remedio que engañarle para poder librar del peligro a su esposo David. (I Samuel 19, 9-17). A su vez, Jonatán, su hermano, queriendo proteger al que su hermana había salvado, quien se hallaba nuevamente en peligro de muerte, utilizó la misma argucia (I Samuel 20, 4-42).

(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Despre preoție, Editura IBMBOR, București, 2007, p. 51)

 

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