San Lucas de Crimea y la incredulidad
Por medio de esa fe en Dios nuestra vida adquiere sentido, propósito, apoyo. Y el alma se llena de un tesoro invaluable.
En 1947, el responsable de asuntos religiosos de Crimea, Eznatov, comenzó a torpedear y a ponerle obstáculos al arzobispo (Lucas). Una vez, en un congreso, le preguntó:
—¿Cómo es posible que usted, un cirujano tan reconocido, crea en algo que nadie ha visto nunca?
Y el arzobispo le respondió:
—¿Usted cree en la existencia del amor?
—Sí.
—¿Cree que existe la mente?
—Sí.
—¿Pero ha visto alguna vez la mente?
—No.
—Yo tampoco he visto a Dios, pero creo que existe.
En otra conferencia, en Yalta, cuando alguien le dirigió una pregunta parecida, respondió:
“A menudo, queridos colegas, he escuchado estas palabras: 'Mi corazón está lleno de amor. Mi corazón está lleno de odio'. Pero cuando abrimos el corazón, no encontramos nada de ello, sólo músculo y sangre. O si abrimos el cráneo, no podremos ver dentro la mente o la necedad. Lo mismo pasa conmigo: no he visto a Dios, pero creo en Él. Por medio de esa fe en Dios nuestra vida adquiere sentido, propósito, apoyo. Y el alma se llena de un tesoro invaluable."
(Traducido de: Arhimandrit Nectarie Antonopoulos, Sfântul Arhiepiscop Luca 1877-1961, chirurgul fără de argint, Editura Egumeniţa, p. 331-332)