Palabras de espiritualidad

San Paisos Velichkovsky nos enseña qué es la “Oración de Jesús”

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Los Santos Padres llaman “arte” a esta divina oración, porque tal como el arte no es algo que se pueda aprender sin la guía de un maestro, tampoco es posible aprender la “Oración de Jesús” sin el consejo de un preceptor experimentado.

Para defender la “Oración de Jesús”, misma que todos los discípulos del stárets Paisos practicaban, el venerable padre escribió una bellísima epístola en seis capítulos, respondiendo a quienes difamaban esta forma tan excelsa de oración. Veamos cómo empieza la epístola:

«Ha llegado a nuestros oídos que algunas personas que portan hábitos monacales, basándose en lo vacuo de su propio intelecto, se atreven a blasfemar en contra de la divina “Oración de Jesús”, que celebra un oficio santo con la mente en el corazón. El mismo demonio es quien alienta a estas personas, para que, con sus lenguas, como si se tratara de afiladas armas, inutilicen esta obra divina, oscureciéndoles el corazón con la ceguera de la mente».

Más adelante, agrega:

«Que todos sepan que esta obra divina fue la constante ocupación de nuestros Santos Padres, resplandeciendo en la soledad del retiro y en los monasterios organizados de forma cenobita: en el Monte Sinaí, en los sketae de Egipto, en las montañas de Nitria, en Jerusalén, en el Santo Monte Athos y en todo el Oriente. Con este trabajo mental, muchos de nuestros teóforos padres, encendiendose en el fuego seráfico del amor a Dios y al prójimo, se hicieron los más celosos guardianes de los mandamientos de Dios, y con esto acumularon méritos para convertirse en vasijas elegidas por el Espíritu Santo».

A continuación, decía el padre Paisos:

«Ningún ortodoxo se atrevió jamás a difamar esta divina obra de la mente y de la conservación del paraíso del corazón, sino que todos hablaron siempre de ella con respeto y devoción, sabiendo que se trata de algo que nos ofrece un inigualable provecho espiritual».

En lo que respecta a los adversarios de esta oración, el venerable padre dice:

«¿Ven, amigos, que se están atreviendo a blasfemar en contra de la oración que se hace con la mente? ¿Es que les gustaría volverse cómplices del hereje Barlaam de Calabria y sus discipulos? ¿No les estremece pensar que podrían caer bajo el anatema de la Iglesia y verse apartados de Dios? ¿Es que les parece inútil invocar el Nombre de Jesús? ¡Se les olvida que nadie podrá salvarse sino en el nombre de nuestro Señor Jesucristo!».

Y agrega:

«Si la invocación del Nombre de Jesús es redentora, y la mente y el corazón del hombre son creación de Dios, ¿cuál es el pecado del hombre que desde lo profundo de su corazón eleva con la mente la oración del Dulcísimo Jesús y le pide Su misericordia?».

A los que querían aprender a practicar la “Oración de Jesús”, el stárets Paisos les recomendaba:

«Si alguno se atreviera a hacer esta oración según lo que le dicta su propia mente, ignorando las disposiciones de los Santos Padres y sin el consejo de los más experimentados, siendo orgulloso, pecador y débil, viviendo sin obediencia y sumisión, aún en la soledad del desierto, ese caerá fácilmente en todas las trampas del maligno!».

Decía también:

«Los Santos Padres llaman “arte” a esta divina oración, porque tal como el arte no es algo que se pueda aprender sin la guía de un maestro, tampoco es posible aprender la “Oración de Jesús” sin el consejo de un preceptor experimentado».

Y, para aquellos que no encontraban un guía adecuado, decía:

«Si alguno de ustedes, viviendo en obediencia, no encuentra en su padre espiritual un avezado consejero en este trabajo espiritual, porque actualmente hay una enorme carencia de preceptores expertos en la “Oración de Jesús”, le pido que no caiga en la desesperanza. Sino que, continuando con su obediencia, en vez de a su padre espiritual, que acuda a las enseñanzas de los Santos Padres y que de ellos aprenda esta forma de oración».

E insistía:

«Sólo aquel que esté lleno de pensamientos pecaminosos y atado a las cosas del mundo, que a muchos apartan del Reino de Dios, no sentirá un amor ferviente y el anhelo de aprender la oración con la mente».

Además:

«Quien quiera unirse en el amor con nuestro Dulcísimo Jesús, renunciando a las bellezas y gozos de este mundo, como el descanso del cuerpo, deseará no tener nada en esta vida, sino solamente deleitarse sin cesar con esta oración celestial».

(Traducido de: Arhimandrit Ioanichie BălanPatericul românesc, Editura Mănăstirea Sihăstria, pp. 302-304)