¡Seamos hombres y mujeres de paz!
En un mundo tan hostil, el hombre que da paz es una verdadera bendición de Dios. El verdadero cristiano se caracteriza por esa forma de ser: el deseo de hacer paz, de emanar armonía a quienes le rodean.
Hay muchas personas que se irritan con facilidad. Por eso, es una bendición hallarte en presencia de un hombre que irradia paz a su alrededor. En un mundo tan hostil, el hombre que da paz es una verdadera bendición de Dios. El verdadero cristiano se caracteriza por esa forma de ser: el deseo de hacer paz, de emanar armonía a quienes le rodean.
Cuando nuestro Señor Jesucristo se hizo uno de nosotros, naciendo en un humilde pesebre, en Belén de Judea, las legiones celestiales cantaron: “¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, entre los hombres, buena voluntad!”. El Reino de Dios es el de la paz. Quienes deseen entrar al Reino de Dios tienen que ser hombres de paz, hacedores de paz. Dios es la fuente de la vida. Él no creó la muerte; por eso, no desea la muerte de los hombres.
(Traducido de: IPS Andrei Andreicuț, Morala Împărăției. Întemeiată pe Sfânta Scriptură și Sfinții Părinți, Editura Renașterea, Alba Iulia, 2003, p. 21)