¡Señor, ten piedad de mí!
Repite estas palabras, tanto en singular como en plural. Clama, como el ciego Bartimeo: “¡Señor, ten piedad de mí!”.
Repite estas palabras, tanto en singular como en plural. Clama, como el ciego Bartimeo: “¡Señor, ten piedad de mí!”. Pero hazlo también como los diez leprosos: “¡Señor, ten piedad de nosotros!”. Ora por ti, ora por todos los demás:
“Te pido, Señor, por mí, que soy débil. ¡Señor, ten piedad de mí! Y de todos los demás, porque también son débiles, ¡Señor, ten piedad!
El mundo me engaña y me lleva a quebrantar Tu ley vivificadora. ¡Señor, ten piedad de mí! Y de todos aquellos que han vulnerado Tu vivificadora ley, ¡Señor, ten piedad!
Por uno o dos días más seguiré siendo Tu huésped en este mundo, hasta que vengan las sombras a llevarme y pase a contarme entre los difuntos. ¡Señor, ten piedad de mí! Y de todos aquellos que murieron creyendo en Ti, ¡Señor, ten piedad!
Señor, ten piedad de quienes nos gobiernan. Tres veces te lo pido, porque se hallan en peligro de caer en la tiranía.
Señor, ten piedad de los opulentos. Tres veces te lo pido, porque se hallan en peligro de volverse disolutos.
Señor, ten piedad de los pobres y los huérfanos. Tres veces te lo pido, porque se hallan en peligro de caer en la desesperanza.
Señor, ten piedad de quienes practican las ciencias de este mundo. Tres veces te lo pido, porque se hallan en peligro de hacerse dioses de sí mismos, olvidándote a Ti.”
Y si al orar te acuerdas de alguien, sea una persona viva, algún reposado, o un ser que está por venir al mundo, repite: “¡Señor, ten piedad!”.
Y si te acuerdas de algún adversario tuyo, di: “¡Señor, ten piedad!”.
Entenderás plenamente el poder de estas palabras, cuando te encuentres con el ciego Bartimeo y te diga: “¡Estaba ciego, mas ahora puedo ver!”.
Y los leprosos te dirán: “¡Teníamos lepra y fuimos sanados!”.
Y te dirán los endemoniados: “¡Perturbados estábamos, mas ahora hemos recuperado el juicio!”.
Y te dirán los paralíticos: “¡Estábamos enfermos, pero nuestra enfermedad desapareció!”.
Y te dirán los muertos: “¡Estábamos muertos y hemos resucitado!”.
Y te dirán los apóstoles: “¡Hubo una terrible tormenta, pero se disipó!”.
Y te dirá la pecadora que se arrepintió: “¡Cuántos fueron mis pecados... pero he sido perdonada!”.
Y te dirá el bandido en la cruz: “¡Cuántas maldades cometí... pero fui el primero en entrar al Paraíso!”.
(Traducido de. Sf. Nicolae Velimirovici, Răspunsuri la întrebări ale lumii de astăzi, vol. 2, EdituraSophia, p. 145-146)