Ser capaces de soportar todo con paciencia…
Ya que preferimos la soberbia y el orgullo, el Señor nos priva de la añorada contrición, para que seamos pacientes en todo y nos consideremos la más baja de todas las criaturas que existen.
«Te lamentas porque la pasión de la concupiscencia te ataca sin piedad, y muchas veces te dejas vencer por ella. Esto te genera una gran pesadumbre, especialmente porque el Señor le reveló a la madre stáretsa que te impusiera un canon de cincuenta postraciones cada vez que caigas en dicho pecado. Así las cosas, aunque a ti te parezca algo sin importancia, ¡debes acordarte de que eres una monja (obediente), y que en nada debes tratar de imponer tu voluntad! Mejor alégrate por el canon recibido, cumpliéndolo con estremecimiento y temor de Dios, porque la fuerza de nuestro arrepentimiento no radica en le cantidad, sino en la calidad y en la compunción del corazón, y ni siquiera esto podemos hacer…
Nuestro Señor, por ser tan amoroso y misericordioso, quiere darnos esos dones, por Su inmensa piedad, pero, ya que preferimos la soberbia y el orgullo, nos priva de la añorada contrición, para que seamos pacientes en todo y nos consideremos la más baja de todas las criaturas que existen. Solo entonces alcanzamos la paz.
Y yo, a pesar de que soy tres veces más pecador y miserable, confío en que el Señor, por Su misericordia, no permitirá que caigas a lo profundo de la desesperanza, sino que te alzará con Su mano todopoderosa para quedas salvarte».
(Traducido de: Filocalia de la Optina, traducere de Cristea Florentina, Editura Egumenița, Galați, 2009, p. 37)