Ser parte de la familia de Cristo
El parentesco espiritual, que el Señor vino a sembrar y hacer crecer en la tierra, no es lo mismo que el parentesco carnal, aunque los nombres de los lazos familiares son los mismos para ambos.
“El que hace la voluntad de Mi Padre celestial, ése es Mi hermano, Mi hermana y Mi madre”. Con estas palabras, el Señor nos da a entender que el parentesco espiritual, que Él vino a sembrar y hacer crecer en la tierra, no es lo mismo que el parentesco carnal, aunque los nombres de los lazos familiares son los mismos para ambos. También en el parentesco espiritual hay “papás” y “mamás”, quienes engendran con la palabra de la verdad o la predicación, como dice el Apóstol Pablo. Del mismo modo, también en el parentesco espiritual hay “hermanos” y “hermanas”, los nacidos con el mismo nacimiento espiritual, y quienes crecen en el mismo espíritu. El lazo de parentesco se realiza aquí por la acción de la Gracia; pero no se trata de una acción exterior, superficial, sino de algo igual de profundo y de vital que lo del cuerpo, sólo que tiene lugar en otra zona, más elevada y más importante. Precisamente por esto tiene preeminencia sobre el parentesco material y, cuando la necesidad así lo pide, lo presenta cual ofrenda para sus intereses espirituales, sin remordimientos, con la plena confianza de que este sacrificio es agradable a Dios y pedido por Él.
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Tâlcuiri din Sfânta Scriptură pentru fiecare zi din an, traducere din limba rusă de Adrian şi Xenia Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, 2011, p. 61)