Palabras de espiritualidad

Si existe el pecado, existe la guerra

  • Foto: Ioana Zlotea

    Foto: Ioana Zlotea

Decía un escritor: “No sé si la Tercera Guerra Mundial se librará solamente con armas. Pero sí sé cómo será la Cuarta”. Y agregaba: “La Cuarta será con piedras”. Es decir que no quedará nada en el mundo, ni civilización, nada.

Si todos los hombres cumplieran con la ley de Dios, no existirían ni las guerras ni los conflictos entre las personas. En todas partes reinarían solamente la paz y el amor de Dios. ¡La guerra es mala, pero antes de rechazarla, opongámonos al pecado! Mientras haya pecado, habrá también guerra. Mientras haya gula y maldad, también habrá guerra. La peor esclavitud de todas es la del pecado. Si empezamos a gritar: “¡Abajo el pecado!”, es como si dijéramos: “¡Abajo la guerra!”.

Por supuesto que, con el paso de los años, las guerras serán aún más terribles, si en ellas se utilizan armas nucleares y no convencionales. Serán mucho más atroces. Desconocemos la zozobra que esas armas puedan causar, pero si la utilización de la energía nuclear significa afectar seriamente a los descendientes de los hombres de hoy, ¿nos imaginamos lo horrendo de tales armamentos? Antes, cuando alguien caía herido combate, sufría la agonía y casi seguramente moría entre dolores imposibles de soportar. Pero esto no representaba ningún riesgo para sus descendientes, y sus hijos crecían y se desarrollaban “biológicamente” bien. Hoy en día, cuando alguien entra en contacto con los efectos de las armas modernas, puede que no muera inmediatamente, pero es casi seguro que en el futuro tendrá que sufrir de alguna enfermedad crónica y complicada. Y también es posible que sus descendientes padezcan de algún problema mental o nazcan con alguna malformación física.

Decía un escritor: “No sé si la Tercera Guerra Mundial se librará solamente con armas. Pero sí sé cómo será la Cuarta”. Y agrega: “La Cuarta será con piedras”. Es decir que no quedará nada en el mundo, ni civilización, nada. Y si los hombres quieren enfrentarse nuevamente, lo único que tendrán a mano serán puras piedras...

(Traducido de: Arhimandritul Epifanie TheodoropulosToată viața noastră lui Hristos Dumnezeu să o dăm, Editura Predania, București, 2010, p. 220)