Si perdiste el alma, todo lo perdiste. Si la ganas, ¡habrás ganado todo!
Si perdiste tu alma, todo lo perdiste. Si la ganas, todo lo ganas. Sólo se trata de cortar el vínculo con tus pecados, con la terrible espada de un sincero arrepentimiento. Dios no escucha al que sólo dice, “Señor, me equivoqué... perdóname”, porque el arrepentimiento significa contención y humildad.
El infierno está lleno de esas almas que esperaban llegar al Paraíso. Esta forma de esperanza, sin obras, es mentirosa, porque viene del maligno. Dios no escucha al que sólo dice, “Señor, me equivoqué... perdóname”, porque el arrepentimiento significa contención y humildad. Luego, Dios conoce nuestro corazón, de manera que si lo ve compungido y humilde, se apiada de nosotros.
Agustín de Hipona dijo que David pecó una vez y lloró su pecado el resto de sus días, mas tú pecas todos los días y nunca lloras de arrepentimiento.
Si perdiste tu alma, todo lo perdiste. Si la ganas, todo lo ganas. Sólo se trata de cortar el vínculo con tus pecados, con la terrible espada de un sincero arrepentimiento.
Herédale a tus hijos la honra y tu arrepentimiento sincero. Si ahora puedes, pero no quieres, vendrá el momento en el que querrás hacerlo, pero ya no te será posible.
Los errores por los que seremos juzgados son de cuatro clases:
• las maldades que cometemos;
• las maldades que otros hacen por culpa nuestra;
• el bien que no hacemos;
• el bien que otros no han hecho, por culpa nuestra.
Todo, absolutamente todo será tomado en cuenta.
(Traducido de: Părintele Arsenie Papacioc, Despre Spovedanie și Împărtășanie, Editura Elena, Constanța, 2013, pp. 24-25)