¿En verdad quieres vencer el orgullo, consciente de que él solo podría llevarte a perder el Reino de los Cielos? He aquí lo que tienes que hacer:

Aprende a amar el silencio.

Vive de forma imperceptible, evitando que los demás conozcan tus buenas acciones y los trabajos espirituales que practicas.

Acepta sin murmurar la carga de las amonestaciones, las injurias, los insultos y las ofensas de los demás, como castigos pedagógicos de Dios.

Acuérdate de tus incontables pecados, entristeciendo tu corazón por ellos.

Analiza y asómbrate de las maravillosas victorias de los santos de Dios.

Dedícate a acusarte solamente a ti mismo.

Huye de los elogios como lo harías del fuego.

Finalmente, mantén siempre presente el Día del estremecedor Juicio del Señor, cuando los orgullosos serán humillados definitivamente.

(Traducido de: Sfântul Dimitrie al Rostovului, Abecedar duhovnicesc, Editura Egumenița, Galați, p. 37)