Palabras de espiritualidad

“¡Si volviera a nacer, nuevamente elegiría hacerme sacerdote y servidor de la Iglesia de Cristo!”

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Confío en que mis trabajos, pequeños e insignificantes como una semilla de mostaza, empiecen a dar frutos con la ayuda de Dios, si cuidamos de ellos con el alma pura...”

Este incansable jerarca y servidor de la Iglesia de Cristo realizó en su archidiócesis un sinnúmero de obras, alcanzando logros dignos de ser recordados. El metropolitano Andrés (Andrei) velaba mucho por la dignidad y la vida moral de los sacerdotes. Por eso, siempre les daba consejos sobre la forma de comportarse, les escribía bellas cartas pastorales, les donaba libros litúrgicos y otros textos de utilidad para los distintos oficios que se celebran en la iglesia, les hacía visitas canónicas y conocía hasta el más remoto de los poblados, hasta donde llegaba para animar y aconsejar a todos como un amoroso padre.

En cierta ocasión, el metropolitano Andrés Şaguna escribió lo siguiente, dirigiéndose a los sacerdotes de su archidiócesis:

«Mientras más siento y conozco la grandeza y la magnitud de mi llamado como jerarca de la Iglesia, más me esfuerzo en cumplirlo como es debido. No obstante, hay algo que me duele en el corazón, y es que mis fuerzas y mis ocupaciones no me permiten hacer todo lo que quisiera por el clero y por nuestro pueblo. Con todo, confío en que mis trabajos, pequeños e insignificantes como una semilla de mostaza, empiecen a dar frutos con la ayuda de Dios, si cuidamos de ellos con el alma pura».

Otras veces, decía:

«¡Si volviera a nacer, nuevamente elegiría hacerme sacerdote y servidor de la Iglesia de Cristo!».

El metropolitano Andrés “velaba por el buen funcionamiento de todas las escuelas rurales fundadas por él, especialmente el Instituto Teológico de Sibiu, al que muchas veces visitaba”. Vivía en completa armonía con los miembros de las otras creencias que hay en Transilvania y alimentaba una vasta correspondencia con numerosos obispos, stárets, protoiereos, funcionarios, hombres de cultura, ministros, e incluso con el emperador austríaco. Todos ellos lo respetaban y admiraban por su afabilidad y sabiduría.

Otro gran logro del metropolitano Andrés Şaguna fue la refundación de la antigua Metropolía Ortodoxa de Transilvania, que había sido clausurada en 1701. El 24 de diciembre de 1864, la diócesis de Sibiu fue elevada al rango de Metropolía, con autonomía propia, separándose de la Metropolía Serbia de Karlowitz.

Para la correcta organización de la Iglesia Ortodoxa de Transilvania, el gran metropolitano emitió, en 1868, un importante Estatuto Orgánico, que se basaba en la completa colaboración sinodal entre el clero y los laicos. Con esto demostró ser uno de los más grandes gestores eclesiásticos.

Así vivió y así se ofrendó este gran jerarca de la Iglesia de Cristo. Su rol fue, hablando con justicia, providencial, porque tenía un alma devota, de verdadero pastor, lleno de sabiduría y coraje.

El 28 de junio de 1873, el metropolitano Andrés Şaguna partió a la eternidad y fue sepultado como un simple monje en los jardines de la iglesia de Răşinari (Sibiu).

(Traducido de: Arhimandrit Ioanichie Bălan, Patericul românesc, Editura Mănăstirea Sihăstria, pp. 444-445)