Palabras de espiritualidad

Siempre hay algo que podemos hacer por nuestro hermano

  • Foto: Magda Buftea

    Foto: Magda Buftea

Translation and adaptation:

¿Cómo nos presentamos ante Dios? “¡Señor, dame un diez en el examen de mañana! ¿Sí?”. No pedimos como aquellos que en la calle nos suplican: “¡Una moneda! ¡Una moneda, por favor!”.

Ayuda, en primer lugar, a aquellos que tienen hijos. Ayuda a quienes realmente lo necesiten. ¡Esto es algo que se puede reconocer inmediatamente!

Recuerdo que a nuestra parroquia solía venir una señora que nunca pedía nada. Pero yo sabía en qué condiciones vivía. Un día, le pedí que me diera la llave de su casa. Le dije: “Necesito que me preste su llave… Solo quiero comprobar algo, porque tengo una muy parecida…”. “¡Claro que sí, padre! ¡Aquí está!”. Y me la dio llena de afabilidad. Lo que ella no sabía es que en ese mismo instante una expedición de jóvenes estaba lista para ir a limpiarle su casa. Debo mencionar que aquella era una mujer mayor, casi anciana, con ciertos padecimientos de salud.

Entre tanto, yo seguí con la Liturgia… ¡Tendrían que ver lo que hicieron los chicos en la casa de aquella sencilla mujer! Era un viernes. Lavaron, limpiaron, ordenaron, le pusieron un inmenso arreglo de flores en la mesa de la cocina… Cuando llegó a su casa, lo primero que hizo la homenajeada fue llamarme: “¡Padre, parece que unos ladrones se metieron en mi casa!”. Sí, pero unos ladrones que le robaron el corazón. 

¡A que no sería lindo que todos hiciéramos de vez en cuando un gesto parecido? Creo que todos tenemos más de alguna vecina anciana, ¿o me equivoco? “¿Cómo está, doña María? ¿Cómo está de salud? Si no es molestia, me gustaría visitarla antes de la Pascua. ¿Con qué puedo ayudarla? ¿Quiere que le haga la limpieza?”. ¡Ah, no, porque se nos ensucian las manos!

Nosotros consideramos una gran “caridad” lo que sea que damos. Pero las cosas no son precisamente así. ¿Cómo nos presentamos ante Dios? “¡Señor, dame un diez en el examen de mañana! ¿Sí?”. No pedimos como aquellos que en la calle nos suplican: “¡Una moneda! ¡Una moneda, por favor!”.

(Traducido de: Părintele Constantin NeculaCum să ieșim din mediocritate, Editura Agnos, Sibiu, 2014, pp. 73-74)