Siempre hubo santos y siempre los habrá
¡Dichoso el hombre que se esfuerce en llegar a Dios y ser parte de esa familia, porque alcanzará la salvación!
Tal como en el cielo despejado alcanzas a divisar una estrella aquí, y otra allá, en la lejanía, lo mismo sucede con los justos y santos de Dios. Son pocos, quizás muy pocos. Algunos cristianos son como columnas inamovibles. Aún hay cristianos en este mundo, como lo fuera Lot en sus tiempos. Como dice la Escritura, hasta el fin del mundo, los santos pervivirán. Aunque “tomaban mujer o marido”, siempre hubo y habrá santos (es recomendable leer algo sobre la vida de San Filareto el Misericordioso y Santa Ketevan de Georgia). ¡Dichoso el hombre que se esfuerce en llegar a Dios y ser parte de esa familia, porque alcanzará la salvación!
(Traducido de: Anastasie Malamas, Ca aurul în topitoare. Viața mucenicească a unui Iov al zilelor noastre, traducere din limba greacă de Ieroschimonah Ștefan Nuțescu, Editura Evanghelismos, București, 2012, p. 41)