¿Sientes un dolor en tu alma cuando oras?
Después de leer estas palabras, analízate a ti mismo y reconocerás de dónde proviene cada dolor de tu interior. Solamente debes estar atento a todo.
Este dolor aparece con más fuerza en los verdaderos ascetas, cuando surgen situaciones graves en el seno de la Iglesia, o a nivel nacional o mundial. Mi stárets José me contaba que, justo antes de que empezara la Segunda Guerra Mundial, su corazón se llenó de un dolor muy grande, de algo así como una llama que le quemaba interiormente. Entonces tuvo apartarse de todo y empezar a orar intensamente día y noche, como no lo había hecho nunca antes. Tenía el presentimiento de que algo terrible estaba por suceder. Al poco tiempo, el mundo se enteró de que la guerra había empezado. ¡Ah, si supieras a cuántos jóvenes libró de las balas esa llama encendida que fue la oración de mi stárets!
Pero, como he dicho antes, también existe otra clase de dolor. Este tiene su origen en el desorden y en la acción del maligno. Si estás atento, verás que sufres de este dolor cuando, debido a tu propia distracción y a las cosas del demonio, entristeces a algún hermano. Y, una vez este se entristece, sientes en el pecho un dolor mezclado con turbación. Si fuiste injusto con tu hermano, corre inmediatamente a buscarlo, haz una postración ante él y pídele perdón. Tienes que ablandar el corazón de tu semejante si quieres que Dios ablande el tuyo. A veces sucede que nosotros tenemos la razón, en tanto que el otro cree que nos hemos equivocado. También en tales casos sentimos el desconcierto del otro. ¿Qué hay que hacer? Lo mismo: una postración y pedir perdón. Si deseamos que nuestra alma se tranquilice, debemos asumir para nosotros ese error. ¡Que Dios nos libre de que algún poseído se enfade con nosotros! En tales situaciones debemos ser lo suficientemente fuertes para poder superarlas.
A mí también me ocurrió cuando era un principiante y por un momento no supe qué hacer. Aunque sabía que yo tenía la razón, fui a buscar al otro y le pedí perdón, pero este siguió insultándome. Sentí como si estuviera hirviendo por dentro. Entonces, lo mejor que se me ocurrió hacer fue ir corriendo a buscar al stárets y confesarme. Recuerdo que me dijo: “Debes estar muy atento, no sea que abras la boca y respondas en oposición, porque te habrás quemado. El demonio mismo es quien espera que abras la boca. Y le basta con robarte una sola palabra para colarse en tu interior y hacerte sufrir mucho. Pero no temas, porque oraré por ti, y sentirás cómo te tranquilizas inmediatamente”. Y, en verdad, me tranquilicé en el acto. Pero esto se lo debo a mi stárets, porque de lo contrario habría caído en desesperanza.
Bien. Después de leer estas palabras, analízate a ti mismo y reconocerás de dónde proviene cada dolor de tu interior. Solamente debes estar atento a todo, para no concederle derechos a nadie.
(Traducido de: Monahul Iosif Dionisiatul, Starețul Haralambie - Dascălul rugăciunii minții, traducere și editare de Ieroschimonah Ștefan Nuțescu, Editura Evanghelismos, București, 2005, pp. 203-204)