Sobre el amor que debemos dar a nuestros semejantes
Si amamos a Dios, cumplir con Sus mandamientos no nos resulta difícil.
El amor entre semejantes debe ser fuerte, sincero, puro. Esto se conoce cuando somos pacientes con nuestros hermanos, cuando los ayudamos, cuando no les causamos ningún pesar. Si amamos a Dios, cumplir con Sus mandamientos no nos resulta difícil. El Señor dijo: “lo que dais al más pequeño de los hombres, a Mí me lo estáis dando”.
Ahora, piensa: cualquier ayuda que le das al necesitado significa servirle a Cristo Mismo, aunque muchas veces esa ayuda sea utilizada después para pecar. ¡Qué recompensa tan grande le espera al que tiende la mano a un monje, a uno que ha elegido dedicar su vida a Dios! Ciertamente, es una cosa muy grande ayudar al otro, porque serás retribuido en el Cielo. ¡Qué importante es compadecerte de un alma que es eterna y pura!
(Traducido de: Părintele Efrem Athonitul, Despre credință și mântuire, traducere de Cristian Spătărelu, Editura Bunavestire, Galați, 2003, p. 17)