Cada Jueves Santo, la Iglesia conmemora la llamada “Última Cena”, cuando Cristo instituyó el Sacramento de la Eucaristía.

La representación iconográfica de la “Última Cena” proviene de tiempos muy remotos, lo cual puede verificarse en las muestras que aún se conservan en las catacumbas romanas. Las primeras representaciones contenían numerosos símbolos de carácter eucarístico, como el pan, la vid y el pez. A partir del siglo IV, la escena fue adquiriendo características espirituales y artísticas cada vez más profundas.

El hieromonje Dionisio de Fourna, en su “Hermeneia de la pintura bizantina”, nos dice que Jesús debe ser representado estando con Sus discípulos a la mesa. Esta está cubierta con un lienzo, y en ella hay pan y platos ya servidos, uno de los cuales tiene pescado. También hay en la mesa un recipiente con vino, con un vaso a un lado.

Dionisio precisa también que el discípulo Juan debe ser representado a la izquierda del Señor, recostado sobre Su pecho. En la parte opuesta (la derecha), debe pintarse a Judas, con la mano extendida hacia un plato y viendo a Jesús. En algunos íconos, es representado sosteniendo en una mano una bolsa con dinero. Esto puede significar que Judas era el que gestionaba el dinero, pero también el hecho de que fue él quien vendió a Cristo por 30 monedas.

La representación de la “Última Cena” es parte del programa iconográfico de la nave de la iglesia, siendo una de las escenas que nos muestran distintos momentos de la vida de Cristo. También se le puede hallar en el Altar.

De la misma manera, la “Última Cena” aparece ente los íconos de las fiestas reales en el iconostasio (en la segunda fila).