Sobre el recuerdo de la muerte, en un mundo en el que “nos olvidamos de vivir”
No te dejes engañar en tu necedad, hermano, pensando que mañana harás lo que no hiciste hoy, porque no te será suficiente un día para pagar por completo lo que le debes a tu Soberano.
Tal como el razonamiento precede a la palabra enunciada, así también el recuerdo de la muerte y la memoria de los pecados preceden a los suspiros y el llanto. El recuerdo de la muerte representa una muerte diaria; pensar en el momento de partida de nuestra alma es el suspiro de cada instante. El temor a la muerte es algo natural al hombre y tiene su origen en la desobediencia; por su parte, el pavor a la muerte es la señal de que no nos hemos arrepentido por nuestros pecados. Cristo se estremeció ante la idea de morir, pero no se aterró. No te dejes engañar en tu necedad, hermano, pensando que mañana harás lo que no hiciste hoy, porque no te será suficiente un día para pagar por completo lo que le debes a tu Soberano. Alguien dijo que para nosotros, los hombres, es imposible pasar un sólo día sin pecar, si antes no pensamos que podría tratarse del último. Y es asombroso darnos cuenta cómo algunos sabios griegos pensaban ya de esta manera, cuando definieron la filosofía como la meditación sobre la muerte.
(Traducido de: Sfântul Ioan Scărarul, Scara Raiului, Editura Învierea, traducere de mitropolit Nicolae Corneanu, 2007, pp. 176-179)