Sobre el respeto a los suegros y la forma de tratarlos
El reconocimiento recíproco de las relaciones aparentemente frías en el exterior, pero correctas y respetuosas en el fondo, es mejor que intentar superar la distancia entre dos personas, llamando a una de ellas “mamá”.
¿Es obligatorio respetar a nuestros suegros como si fueran nuestros propios padres? En algunas familias aún se conserva el uso de llamar a los suegros “papá” y “mamá”.
No nos queda sino encomiar a quienes llaman a sus suegros como lo hacen con sus seres más queridos (“mamá”, “papá”), tal como sucede en algunas familias —quizás sencillas, pero fieles a las tradiciones de la Iglesia—, si no lo hacen solamente por agradar, sino por un genuino sentimiento de respeto y aceptación hacia todos los miembros de la familia.
Si, no obstante, esto se hace con falsedad, entonces no está bien. Si no existe el deseo recíproco de unidad, sino una sensación distante de “nuevos parientes”, llamar así a tus suegros podría resultar pernicioso. Si tu suegra es, para ti, “la señora Pérez”, llámala así, no le digas “mamá”.
El reconocimiento recíproco de las relaciones aparentemente frías en el exterior, pero correctas y respetuosas en el fondo, es mejor que intentar superar la distancia entre dos personas, llamando a una de ellas “mamá”.
(Traducido de: Preot Maxim Kozlov, Familia – ultimul bastion: răspunsuri la întrebări ale tinerilor, traducere din limba rusă de Eugeniu Rigoti, Editura Sophia, București, 2009, p. 302)