Sobre el silencio y el sosiego
El silencio continuo y la serenidad en el hombre aparecen por tres motivos: como reacción ante los elogios de los demás, por devoción a la virtud o porque en su interior vive en diálogo con Dios y su mente se concentra en éste. Si al individuo le falta alguno de estos aspectos, inevitabemente será dominado por su debilidad.
La virtud no consta en la demostración de diversas acciones realizadas con el cuerpo, sino en un corazón lleno de sabiduría y esperanza. Y éste se une a las obras agradables a Dios, por medio de un propósito justo. Porque el pensamiento puede practicar el bien, sin obras, pero no es posible utilizar el cuerpo sin la sabiduría del corazón. Cuando el hombre de Dios encuentra sitio para la acción de la virtud, corre y se apresura en demostrarle a Él su amor y su esfuerzo. En el primer estado podrá avanzar siempre, mientras que en el segundo, solamente algunas veces. No creas que es poca cosa que alguien permanezca lejos de las pasiones. ¡Que nuestro Dios sea glorifcado por siempre! Amén.
(Traducido de: Sf. Isaac Sirul, Cuvinte despre nevoinţă, Filocalia X, Cuvântul XXVI, p. 135)