Palabras de espiritualidad

Sobre la Gracia y las energías de Dios

  • Foto: Oana Nechifor

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En la deificación tenemos, por medio de la Gracia, es decir, por medio de las energías divinas, todo lo que Dios tiene por naturaleza, a excepción de Su identidad esencial.

La perspectiva ortodoxa de la Gracia es completamente distinta a la occidental, especialmente en la forma en que esta última ha sido desarrollada por los escolásticos, a partir de las semillas halladas en la teología del beato Agustín. Veamos cómo lo explica el teólogo ortodoxo Vladimir Lossky: «En consecuencia, la teología de la Iglesia Oriental distingue en Dios las tres hipóstasis, naturalezas o esencias, y las energías-acciones personales. Las energías con imposibles de separar por naturaleza; la la naturaleza es algo imposible de separar de las tres Personas. Esto tiene una importancia especial en la tradición Oriental para la vida mística. La diferencia entre esencia y energía, fundamental para la doctrina ortodoxa en lo que respecta a la Gracia, permite conservar el sentido real de la expresión de San Pedro: “Partícipes de la naturaleza divina” (II Pedro 1, 4). La unión a la que hemos sido llamados no es ni hipostática, como es la naturaleza humana de Cristo, ni esencial, como la existente entre las Tres Personas Divinas: es la unión con Dios en Sus energías, o la unión por medio de la Gracia, que nos hace participar de la naturaleza Divina, sin que por esto nuestra naturaleza se convierta en la de Dios. En la deificación tenemos, por medio de la Gracia, es decir, por medio de las energías divinas, todo lo que Dios tiene por naturaleza, a excepción de Su identidad esencial, como nos enseña San Máximo el Confesor. Seguimos siendo criaturas, pero nos hacemos dioses por la Gracia, tal como Cristo siguió siendo Dios, aún haciéndose hombre por medio de la Encarnación. La tradición oriental no conoce algún orden sobrenatural entre Dios y el mundo creado, que harbía de agregarse a este último como una nueva creación. En este punto, desconoce otra diferencia o, mejor dicho, otra separación, fuera de aquella entre lo creado y lo no-creado. Porque lo sobrenatural-creado no existe. Lo que la teología occidental denomina con el término “sobrenatural”, para Oriente es lo “no-creado”: las energías divinas distintas, de forma inefable, de la misma naturaleza de Dios... El acto de la creación establece un vínculo de las energías divinas con lo que Dios no es... Así pues, las energías divinas, en ellas mismas, no son los lazos entre Dios y la naturaleza creada, sino que entran en relación con lo que Dios no es, atrayendo al mundo a la existencia por voluntad de Dios. En pocas palabras, podemos decir que para la Ortodoxia la naturaleza de la Gracia representa las mismas energías de Dios. Por la oikonomía trinitaria del Espíritu Santo, que presupone tanto la acción general como la especial, esas energías son trasmitidas a la humanidad. Este hecho contrasta con la visión latina, que proviene principalmente de los escritos anti-pelagianos de Agustín de Hipona.

(Traducido de: Patrick Barnes, Non Ortodocșii, Editura Egumenița, p. 8)