Palabras de espiritualidad

Sobre la importancia de ayudar a los más necesitados

    • Foto: Stefan Cojocariu

      Foto: Stefan Cojocariu

El que ama en verdad no otorga su ayuda sólo a quien se la pide, sino que también se interesa por las necesidades de quienes callan.

En 1958, estando en el Santo Monasterio Stomio, en Konitsa (Grecia), conocí a un protestante que recibía fondos desde Estados Unidos y había convertido ya a unas ochenta familias. Tan bien le iba, que contaba con un gran edificio para sus reuniones. Los lugareños eran muy pobres y muchos de ellos se habían hecho protestantes con tal de gozar de los beneficios materiales que aquel grupo recibía.

Un día, uno de aquellos “convertidos” me dijo: “No sólo protestante, sino que también en judío podría convertirme, padre... ¡Tengo mucha necesidad!”. Al escuchar esas palabras, me sobrecogí y me dije: “¡Hay que hacer algo!”. Después de meditarlo, reuní a un grupo de personas, de quienes sabía tenían una situación económica holgada, y les hablé. A pesar de tratarse de personas frívolas y superficiales, se veía que tenían buenas intenciones. Especialmente uno de ellos, quien, aunque era el más materialista de todos, tenía un gran corazón. Cuando le ví por primera vez, pensé: “Por afuera parece un leño podrido, pero por dentro tiene madera de buena calidad”.

Así, les pedí que me ayudaran a juntar alguna cantidad de dinero, para dársela a aquellas familias de necesitados. Además, les rogué que entregaran ellos mismos aquel dinero a cada familia, buscando con esto “sacudirlos” espiritualmente, al ver las condiciones de miseria en que vivían sus semejantes. Sabía que, aún con un corazón de piedra, terminarían cediendo y avanzando un poco hacia su salvación.

Y así fue. Al poco tiempo, aquellas acomodadas personas comenzaron a cambiar. Tal impresión les provocó la pobreza que vieron, que renunciaron a la forma de vida que habían llevado hasta ese momento. “Nos desarmó, padre”, me dijeron algunos, “¿cómo volver a pensar en fiestas y distracciones?”. Comenzaron a acercarse a la iglesia. Uno de ellos hasta se inscribió en el coro. ¿Qué pasó con aquellas ochenta familias? Poco a poco, con la ayuda de Dios, volvieron a la Ortodoxia. Tiempo después, cuando vino un grupo de protestantes americanos a verificar el estado de su “misión”, tuvieron que reprender duramente a su pastor local, por haberse quedado sin feligreses.

Padre, hay quienes no piden ayuda, aún cuando la necesitan.

‒ Muchos se avergüenzan y no quieren comprometerse. ¡Estos son los que necesitan más ayuda! Recuerdo a dos médicos que pasaron por un período de pobreza dura y no tenían ni para una aspirina... El que ama en verdad no otorga su ayuda sólo a quien se la pide, sino que también se interesa por las necesidades de quienes callan. Recuerdo a mi propia madre preguntando insistentemente a varias personas si no necesitaban algo.

(Traducido de: Sfântul Cuvios Paisie Aghioritul, Cuvinte duhovnicești. Volumul II. Trezvie duhovnicească, traducere de Ieroschimonah Ștefan Nuțescu, ediția a II-a, Editura Evanghelismos, București, 2011, pp. 165-167)