Palabras de espiritualidad

Sobre la lucha contra las figuraciones y la imaginación

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

La razón y la experiencia dicen que el hombre debe luchar más contra su imaginación y su memoria, que en contra de la verdadera percepción de las cosas.

Te aconsejo no bajar la guardia y luchar para que la imaginación y la memoria no te traigan recuerdos de todo lo que has visto, escuchado, olido, gustado y tocado, especialmente si se trata de cosas impuras y malas.

La razón y la experiencia dicen que el hombre debe luchar más contra su imaginación y su memoria, que en contra de la verdadera percepción de las cosas. Pongamos un ejemplo: ver u o no ver un rostro tentador es fácil y no requiere de mayor lucha. Pero, después de ver a esa persona, esto deja de ser fácil, y es necesario luchar con decisión para sacar el recuerdo de dicha persona de nuestra imaginación. A menudo, una sola mirada, curiosa o viciosa, dirigida a un rostro hermoso, hace que este se imprima con tanta fuerza en nuestra imaginación, que podríamos pasar treinta o cuarenta años luchando contra ese recuerdo, o lincluso llegar a viejos intentando apartar de nuestra memoria aquella imagen.

Y resulta hasta grotesco que aquella persona enveceje, muere y se convierte en polvo, y a veces tocamos con nuestras manos sus huesos en el sepulcro, pero nuestra imaginación se mantiene tan aferrada a su antigua imagen, que seguimos creyéndola joven y viva. Y así es como esta pasión ciega e irracional engendra el pecado en nuestra corazón, tanto cuando estamos despiertos como cuando dormimos. Esto es a lo que nos puede llevar la imaginación. Ciertamente, por medio de la vista se enciende la lucha más terrible. Por eso, como dicen los teólogos, la vista es el sentido más fuerte, pero también el más sutil y el más nítido de todos. Las imágenes que nos produce la vista son muy difíciles de borrar. En segundo lugar vienen las figuraciones nacidas de las cosas malas y desagradables que escuchamos. Estas también nos atacan con fuerza. Pero debes saber que, como sucede cuando los demás sentidos obran y la vista no se contenta hasta no participar de lo que ellos están percibiendo, así también la imaginación no se contenta hasta no tener ante ella todo lo que hemos escuchado, gustado, olido y tocado, como dice San Gregorio de Tesalónica.

(Traducido de: Nicodim Aghioritul, Războiul nevăzut, Editura Egumenița, Galați, p. 98)

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