Palabras de espiritualidad

Sobre la ofrenda presentada al altar

    • Foto: Benedict Both

      Foto: Benedict Both

Si la persona ha pecado y no quiere renunciar a su falta, no es digna de aquella comunión, y el sacrifico ofrecido por ella será para su condenación.

Si es de gran beneficio lo que se hace, para aquellos por quienes se hace con merecimiento, en la misma medida es pernicioso y dañino para quienes no son dignos de ello, como es posible para los hombres hacerlo, porque la partícula (del prosforon) que se presenta, al ser puesta cerca del Divino pan se santifica al transformarse en el Cuerpo de Cristo, es que también esta partícula participa de la santidad. Y, al ser colocada en el cáliz, se une a la Santa Sangre. Por eso, también al alma de aquel por quien se presenta dicha ofrenda se le transmite el don, porque la Comunión se hace con la mente. Y si la ofrenda fue presentada por quienes se hallan presentes o por quienes han pecado, pero se han arrepentido, entonces, como dije, la persona recibe en misterio la comunión del Espíritu. Muchas veces recibe, como se entiende, también un beneficio físico. Pero, si la persona ha pecado y no quiere renunciar a su falta, no es digna de aquella comunión, y el sacrifico ofrecido por ella será para su condenación. Por eso es importante que el sacerdote no reciba la ofrenda de cualquiera que así lo pretenda, ni presentar (ofrenda) por quienes osadamente viven en pecado, no sea que ambos sean condenados por ello.

(Traducido de: Sfântul Paisie de la Neamţ, Cuvinte şi scrisori duhovniceşti , Editura Tipografia Centrală, 1998, p. 121)

 

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