"Hay quienes han recibido, por parte de Dios, el cometido de responder por otros, aún más que por sí mismos. Es el caso de los stárets de los monasterios, los sacerdotes y cada padre espiritual. Y esto significa que deben prepararse para conducir, por el camino correcto, a quienes les han sido confiados. Si dan consejos errados, sufrirán por las equivocaciones de los otros como si fueran suyas. Asimismo, quien ha sido confiado por Dios a un guía espiritual, debe asumir la voluntad de éste último como propia. Debe materializar esa voluntad. Pero, en este caso, será el guía espiritual quien responda por los errores cometidos en la ejecución de su voluntad. El padre espiritual no se puede desinteresar de la vida de quien le ha sido confiado, argumentando el libre albedrío de cada quien. El hombre debe aprender a saber qué hacer con su propia libertad. Y hay unos que son más avanzados en ese conocimiento. Esa responsabilidad, ese deber de responder en nombre de otros, enttelaza nuestros destinos hasta gozar y sufrir juntos las consecuencias de una vida que no podría realizarse solamente por medio de uno. No nos salvamos solos, egoísta y ambiciosamente. Y tampoco nos perdemos solos. Nos salvamos con esos que nos fueran confiados y con aquellos a quienes hemos obedecido; y nos perdemos con esos ante quienes no hemos sabido honrar la responsabilidad que nos fuera dejada. Nadie debe portar solamente su propia carga, sino también las de los demás. Pero no aconsejemos a los demás, por orgullo, perjudicándolos más que beneficarlos. No. Sirvámosles con humildad. Luego, el consejo debe ser acompañado con nuestro propio ejemplo, para no perdernos nosotros junto a los demás.”

(Traducido de: Părintele Dumitru Stăniloae, nota 506 la Varsanufie şi Ioan, Scrisori duhovniceşti, în Filocalia XI, Editura Humanitas, Bucureşti, 2009, p. 286-287)