Palabras de espiritualidad

Sobre las tentaciones que aparecen cuando permanecemos en vigilia

  • Foto: Silviu Cluci

    Foto: Silviu Cluci

Porque aquella frialdad y dureza les son permitidas al hombre para ponerlo a prueba. Y si éste se esfuerza con tesón para vencerlas, entonces la Gracia viene a él, como antes, dándole una nueva fuerza, llena de bien y auxilio divino.

Cuando velas, notas que tus ojos se abren para que puedas sentir la gloria de las oraciones que elevas y la fuerza del camino correcto. Y si —¡Dios no lo quiera!— sucediera que la desidia comience a anidarse en tu interior —como a veces lo permite el Señor, para que te enfríes o te avives—, por cualquier causa, sea por alguna debilidad del cuerpo, sea que no consigues vencer el cansancio, cuando cantas demasiados salmos y oras con postraciones, como sea que lo acostumbres, te lo suplico amorosamente, si notas que no logras hacer todo esto, aún sentado sigue velando, orando con tu corazón, sin dormir, y por cualquier medio intenta hacer algo para pasar la noche en vigilia y con la mente sólo en lo que es de provecho.

Pero no dejes que tu corazón se petrifique y se oscurezca con el sueño. Y, por la Gracia, recibirás el calor de antes y tu mente se hará más ligera. Recibirás, además, la fuerza que antes tenías, tanto que te alegrarás y saltarás, agradeciéndole a Dios. Porque aquella frialdad y dureza les son permitidas al hombre para ponerlo a prueba. Y si éste se esfuerza con tesón para vencerlas, entonces la Gracia viene a él, como antes, dándole una nueva fuerza, llena de bien y auxilio divino. Entonces el individuo se estremece, observando que ha escapado de aquel peso, sintiéndose más ligero y fuerte, asombrado por la forma en que todo ha sucedido, con tanta rapidez.

Y todo esto le servirá de enseñanza, para que no vuelva a ocurrirle. Porque si el hombre no se esfuerza desde el principio, no podrá progresar. ¿Has notado cuánta sabiduría obtiene el hombre, con tan sólo permanecer despierto y siendo paciente durante la guerra espiritual? Lo importante es que no se debilite su naturaleza física, porque entonces no se tratará ya de una lucha, sino de una debilidad natural, y no hay provecho alguno en luchar con esa naturaleza. Sin embargo, mientras le sea útil, es bueno que el hombre sepa vencerse a sí mismo.

(Traducido de: Sfântul Isaac Sirul, Cuvinte despre nevoință, Editura Bunavestire, Bacău, 1997, pp. 144-145)