Se puede afirmar, con cierto fundamento, que el cristianismo auténtico no ha sido predicado casi en ninguna parte. El cristianismo sobrepasa de tal forma el conocimiento común, que el corazón orante no se atreve a predicar la palabra del Evangelio. Los hombres buscan la Verdad. Y también aman a Cristo. Pero, especialmente hoy, intentan reducirlo a sus propias dimensiones, degradando el Evangelio al nivel de una enseñanza moralista. Pero Cristo dijo: “El cielo y la tierra pasarán, pero Mis palabras no pasarán” (Marcos 13, 31; Lucas 21, 33).

Alcanzar la verdad requiere de un gran esfuerzo, para obtener una cultura que sea tanto práctica como científica. Ni la lectura de un gran número de libros, ni la familiaridad con la historia del cristianismo, ni el estudio de los distintos sistemas teológicos nos pueden llevar a nuestro objetivo, si no nos aferramos de forma permanente y hasta el final a los mandamientos de Cristo.

(Traducido de: Arhimandritul Sofronie, Rugăciunea – experiența vieții veșnice, Editura Deisis, Sibiu, 2001, pp. 111-112)