Cuando veas el cielo estrellado alumbrando maravillosamente la tierra, mantén la mirada en lo alto y, lleno de admiración, di: “Si las estrellas alumbran con tanto fulgor, ¿cómo lo harán los Justos y los Santos, quienes supieron cumplir con la voluntad de Dios, cuando venga el Señor con la inefable luz de la gloria redentora?”.

Y, pensando en esa estremecedora Venida, sobrecógete en el cuerpo y el alma, y repítete a ti mismo con el corazón: “¿Cómo me presentaré yo, que soy un pecador, en ese terrible día? ¿Cómo me presentaré ante el trono del Juez? ¿Cómo podré estar junto a aquellos que alcanzaron la perfección, yo, que soy un miserable? ¿Cómo podré estar, yo, que soy un cabrito, a la diestra de Cristo, junto a Sus ovejas? ¿Cómo podré presentarme, yo, que no he dado fruto alguno en mi vida, entre todos los Santos, quienes ya desde esta vida dieron frutos con sus virtudes?”.

(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Psaltire sau cugetări evlavioase şi rugăciuni, Editura Sophia, Bucureşti, 2011, p. 62-63)