Si tienes solamente un trozo de pan para comer y viene a tu puerta un hambriento, toma ese pan y, elevándolo al cielo, repite estas palabras llenas de amor y gratitud:

“Señor, tengo un solo pedazo de pan, como puedes ver, y la desazón se me presenta. Pero Tu mandamiento es más importante que yo; así, lo poco que tengo se lo doy a mi hermano necesitado. ¡Dale Tú también a Tu siervo que se halla en esta situación! Conozco Tu bondad y también confío en Tu poder. ¡Nunca demoras Tus dones, sino que los repartes cuando es justo!”.

Si haces y repites esto, ese pan que entregas, aún en tu necesidad, se convierte en semilla de tus sembrados, dando frutos abundantes. Deviene, así, en garantía de tu propio sustento y causante de la misericordia divina.

(Traducido de: Sfântul Vasile cel Mare, Omilii şi cuvântări, Omilia a VIII-a, VI, în col. PSB, vol. 17, pp. 429-430)