“Tácticas” de lucha contra el enemigo de nuestra alma
Tienes que valerte lo más posible del armamento con el que cuentas: la oración, la humildad, la paciencia… todo eso que tenemos para neutralizar o eliminar a nuestro enemigo.
Tienes que superar tu naturaleza humana, ¡a cualquier precio! No pierdas de vista los detalles, pero tampoco te pierdas en ellos. No soslayes el detalle que podría ayudarte a crecer.
No se te pide que derrotes ejércitos enteros, como si fueras un general; se te pide que te venzas a ti mismo. De hecho, voy a darte un ejemplo de tipo militar. La guerra es un juego de inteligencia, pero, a pesar de esto, la guerra sigue siendo la guerra. Sin heroísmo y sin valentía no es posible vencer, pero tu arrojo debe responder a una determinada táctica. Porque hay un plan de guerra, un plan de batalla que comprende cuatro puntos esenciales:
1. Determinar de forma precisa quién es el adversario. ¿Quién es nuestro enemigo? ¡El maligno! A este se le permitió que fuera nuestro adversario, precisamente para que pudiéramos ser coronados.
2. Determinar con precisión cuál es tu posición. ¿Cuál es mi posición? ¿Soy un monje, soy una persona casada, o soy un misionero?
3. Determinar con precisión la distancia. ¿Qué distancia me separa de mi enemigo? Esto es muy importnate, para no disparar cerca o lejos del blanco.
Me preguntas también de qué pecado debes cuidarte más. La respuesta es: del pecado que está más cerca de ti… ¡de ese tienes que cuidarte! Por ejemplo, ¿para qué voy a querer cuidarme del adulterio, si este pecado me es desconocido? ¿O de la gula, si no tengo hambre? ¡Tienes qu cuidarte, pues, del pecado que esté más cerca de ti! Si alguien le pide a un mercenario que te mate, tú no te pones a luchar contra el que dio la orden, sino en contra del que te busca para matarte. ¡Detenle la mano para que no te hiera! Si vences a este, también caerá el otro.
4. Utilizar lo más posible el armamento con el que contamos: la oración, la humildad, la paciencia… todo eso que tenemos para neutralizar o eliminar a nuestro enemigo.
(Traducido de: Ne vorbește Părintele Arsenie, ediția a doua, volumul III, Editura Mănăstirea Sihăstria, 2010, pp. 120-121)