“También yo creo en Dios, a mi manera”
El rostro del prelado se iluminó con una alegría indescriptible al escuchar esas palabras: “también yo creo en Dios, a mi manera”. Entonces entendí que así es el amor y la verdadera santidad.
En otoño del año pasado, el Arzobispo Sergio de Ternópil fue invitado a la fiesta patronal del Manasterio Nuevo Neamț. Y simplemente nos cautivó a todos con su aristocrática simplicidad y el espíritu de oración que irradia. Además, es conocido —y amado— en los círculos monásticos y seglares del Patriarcado Ruso entero como un prelado que ha alcanzado el don de la oración incesante, cosa que pudimos percibir a cada instante. Después de la Divina Liturgia, todos fuimos invitados a almorzar (en el comedor del monasterio). Cuando los obispos terminaron de hablar, porque había otros tres jerarcas, algunos sacerdotes y laicos tomaron la palabra. En un momento dado, se levantó uno de los patrocinadores del monasterio, un hacendado, quien, con los gestos típicos de los comerciantes de Besarabia, comenzó su discurso algo así: “Sepan ustedes que también yo creo en Dios, a mi manera...”. Inmediatamente, mi mente pecadora pensó: “¿Qué busca aquí, rodeado de obispos y sacerdotes, este que cree en Dios 'a su manera'?”. Entonces dirigí mi mirada al Arzobispo Sergio, para ver su gesto al hastiarse. Pero fui humillado cuando vi cómo dejaba sus cubiertos sobre la mesa, para escuchar, con la atención de un niño, lo que le decía aquel hombre, como si estuviera escuchando quién sabe qué cosas, que en cualquier otro sitio no podría escuchar. El rostro del prelado se iluminó con una alegría indescriptible al escuchar esas palabras: “también yo creo en Dios, a mi manera”. Entonces entendí que así es el amor y la verdadera santidad.
(Traducido de: Părintele Savatie Baștovoi, În căutarea aproapelui pierdut, Editura Marineasa, Timișoara, 2002, pp. 69-71)