Palabras de espiritualidad

“¡Tan pronto como recibí tu llamada, yo ya estaba aquí!”

  • Foto: Ioana Zlotea

    Foto: Ioana Zlotea

El chico sufría terriblemente. «Como madre, comencé a pedirle mucho a la Santísima Virgen María y a San Efrén de Nea Makri.»

«Respetada Madre stáretsa, espero ser parte de sus oraciones», así empieza la carta de Elena Xenou de la ciudad de Volos, Grecia, pidiendo perdón por la negligencia de no haber escrito antes sobre el milagro recibido por parte de San Efrén de Nea Makri, al haber sanado a su hijo de una escoliosis. Cursando la Escuela Secundaria, el muchacho comenzó a sufrir de fuertes dolores en la espalda. Al llevarlo al ortopedista y hacerle los exámenes pertinentes, se descubrió cuál era la enfermedad que le aquejaba. Lo mismo le dijeron distintos médicos de Atenas, a donde la mujer llevo a su hijo para obtener otras opiniones. El chico sufría terriblemente. «Como madre, comencé a pedirle mucho a la Santísima Virgen María y a San Efrén de Nea Makri.»

Y en el primer día en que la mujer comenzó a orar con fervor, el santo se le apareció en sueños, con la apariencia de su padre espiritual, que también se llamaba Efrén. Este le dijo tres veces “¡Tan pronto como recibí tu llamada, yo ya estaba aquí!”. La mujer le preguntó cómo había llegado, y recibió como respuesta las mismas palabras: “¡Tan pronto como recibí tu llamada, yo ya estaba aquí!”. Entonces, entendió que esa “llamada” habían sido sus propias oraciones al santo.

Poco después llevó a su hijo a venerar las reliquias de San Efrén. Cuando le practicaron nuevos análisis, los resultados fueron inmejorables, ¡mostrando una parte de la columna vertebral con el aspecto de algo parecido a una candela! El chico había sanado, para gloria de Dios, de Su Santa Madre y para la eterna veneración del Santo y milagroso Efrén.

(Traducido de: Noi minuni ale Sfântului Efrem  Minuni cu copii născuți și nenăscuți, Editura Egumenița, 2009, pp. 50-51)