¡Te agradezco por dejarme amarte!
Se trata de una relación de paz y de asumir al otro sin que pierda ningún rasgo de su individualidad.
Sucede que muchos jóvenes se enamoran, sin tan siquiera conocer a la otra persona. Se enamoran, pues, de un misterio, de lo desconocido, de la esperanza en alguien que podría cumplirles sus anhelos e incluso placeres. Por eso, la mayoría, después de un breve tiempo, pierden ese amor y el entusiasmo que sentían. El inicio de esa relación fue equivocado, como equivocada fue también la misma relación. El egocentrismo genera estas pérdidas. Esos jóvenes se separan porque han perdido el entusiasmo inicial. Conocer al otro les decepciona. Esperaban algo, pero encotraron otra cosa, completamente distinta. Querían un compañero de vida de acuerdo a sus propios estándares. No es el otro el que se equivoca, sino nosotros. Muchas veces, queremos y exigimos, pero damos poco o nada. Aspiramos a una continua satisfacción de nuestro “yo”, de nuestros deseos. Y, así, seguimos sufriendo decepciones, porque nuestro egoísmo no nos deja aceptar que nosotros y el otro no somos perfectos.
No conseguimos vivir con temor de Dios. Nuestra vida se vuelve un reflejo de las superficialidades en las que hemos elegido vivir. Luego aparece la soledad. Aparece un vacío provocado y sostenido por nuestro egoísmo. El amor y las relaciones sentimentales comienzan a darnos la impresión de que estamos en un campo de batalla. Abrirnos a los demás nos parece, entonces, una trampa. Pero no es así.
Con todo, algunas personas, mientras más avanzan en su conocimiento del otro, sienten cómo su amor se hace más fuerte, cómo se transforma en amor verdadero. Se trata de una relación de paz y de asumir al otro sin que pierda ningún rasgo de su individualidad. Esta clase de personas no necesitan de cosas materiales para ser felices. Les basta con el encuentro de sus miradas. Les basta con poderse decir mutuamente “Te agradezco porque me dejas amarte”. Son los poetas de sus propias vidas. Mortales que gustan de la libertad de la vida eterna. Paa ellos, los límites no existen más, porque su relación de amor apunta a la eternidad, según el modelo de amor entre las personas de la Santísima Trinidad.