Palabras de espiritualidad

Testimonio de un milagro reciente

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

“Seguimos pidiendo que esas células malignas hayan desaparecido para siempre del organismo de mi madre, y le agradecemos con toda el alma a San Nectario, a San Efrén de Nea Makri, y a la Madre del Señor “Pantanassa”, por habernos acompañado en este período tan duro…”

«Quiero dar testimonio de algunos de los milagros que San Nectario y San Efrén de Nea Makri, junto con la Madre del Señor Pantanassa”, han obrado para mi madre, enferma de cáncer.

A principios de este año supimos de su enfermedad. Nuestro mundo, tal como lo conocíamos, se vino abajo, y yo, de ser una persona que no leía un acatisto más que una vez al año, empecé a leer fervientemente los acatistos a San Nectario, San Efrén de Nea Makri, San Juan el Ruso y a la Madre del Señor —en el ícono llamado “Pantanassa”—, sintiendo un gran consuelo espiritual. Desde que supimos de su enfermedad, con mi madre empezamos a leer esas oraciones todos los días, sin excepción. A pesar de sentirse muy mal, por los conocidos efectos de la quimioterapia y la radioterapia, mi mamá jamás dejó que pasara un solo día sin elevar sus plegarias a dichos santos.

Ya que el tumor de mi madre se hallaba en la zona de la cabeza, los efectos secundarios de la radioterapia parecían ser aún más fuertes que lo normal. Con todo, mi madre se ungía todos los días con aceite de la veladora de San Nectario, enviado desde Grecia por las mismas monjitas del monasterio del santo, y también con aceite de los monasterios de San Efrén de Nea Makri y de San Juan el Ruso. Y los santos no tardaron en intervenir, aliviando los sufrimientos de mi madre, de una forma tal que la doctora estaba asombrada por lo “amables” que estaban siendo los efectos secundarios del tratamiento con ella, aunque por dentro cada vez estaba peor…  Ya no secretaba saliva, había perdido el sentido del gusto, le dolía toda la boca, tenía ampollas en las encías y a medio tratamiento de radioterapia ya no pudo comer nada. Fue necesario operarla, para introducirle un tubo en el estómago y alimentarla por esa vía durante varias semanas. Después de la operación, comenzó a sentirse muy mal, a tener escalofríos y fiebre. La temperatura seguía creciendo, a pesar de que le administraban analgésicos y antibióticos.

Cuando vi que la fiebre se acercaba a los 40 grados, me asusté mucho y llamé inmediatamente a la doctora, quien, a pesar de su buena voluntad, no logró tranquilizarme para nada. Así, pensé que sería de ayuda tomar los pequeños íconos de aquellos santos, que llevaba conmigo para poder orar con mi madre, y se los puse en la frente. Algunos minutos después, le tomamos la temperatura y comprobamos que iba bajando poco a poco. A medianoche, la fiebre había desaparecido por completo. Me puse de rodillas y le agradecí al Señor por habernos ayudado, a través de Sus santos, a salir con bien de esa prueba.

Algunos días después, estando ya de vuelta en casa, noté que a mi madre le comenzaba a sangrar profusamente la nariz. Desespserada, llamé una ambulacia… que tardó una hora en venir. Para entonces la hemorragia ya se había detenido, después ponerle otra vez los pequeños íconos en la frente a mi madre.

En los momentos más duros, los santos estuvieron a nuestro lado, ayudándonos. Sin embargo, la enfermdad parecía seguir a la suya. Por eso, empecé a pedirles a los santos que no fuera necesaria una sesión más de quimioterapia. Y así fue: la doctora nos dijo que no hacía falta continuar con el tratamiento, porque el organismo de mi madre no podía soportarlo más.

Y así es como llegamos al día de hoy. Hace unas horas, mi mamá recibió el resultado de los últimos exámenes. ¡No se detectaron más células cancerosas! Seguimos pidiendo que esas células malignas hayan desaparecido para siempre del organismo de mi madre, y le agradecemos con toda el alma a San Nectario, a San Efrén de Nea Makri, y a la Madre del Señor “Pantanassa”, por habernos acompañado en este período tan duro, consolándonos y sanando los sufrimientos de mi madre, tanto físicos como espirituales. También hemos sentido plenamente el auxilio de Santa Parascheva y de Santa Teodora de Sihla, de los santos Nicolás, Jorge, Menas, Demetrio, Juan Crisóstomo, y el de los santos taumaturgos, Ciro y Juan, Cosme y Damián.

¡Le pido a Dios que conceda mucha salud y valor en la oración a todos aquellos que en este momento estén atravesando algún sufrimiento! ¡Oren con esperanza a nuestro Dios, porque Él obra milagros por medio de Su Santísima Madre y Sus santos! ¡Que Dios nos ayude a todos!».

(Testimonio enviado por nuestra lectora Luiza, al portal doxologia.ro)