Toda nuestra vida tiene que ser solamente preparación y arrepentimiento
¿Cuándo vendrá el final? Eso solamente Dios lo sabe… Entonces, el hombre tiene que estar siempre preparado para pasar a la eternidad.
Tenemos que cumplir con la voluntad de Dios para hacernos dignos de ser anunciados sobre el día y la hora de nuestro fin. Muchos santos recibieron el anuncio de que habrían de morir, pero raras veces se les dijo el año, la fecha y el mes. ¿Cómo actúan los santos al recibir semejante noticia? Se preparan, confesándose, participando en la Santa Unción, comulgando, y esperando a que llegue ese momento postrero. Pero ¿cuándo vendrá el final? Eso solamente Dios lo sabe… Entonces, el hombre tiene que estar siempre preparado para pasar a la eternidad.
Dios les avisa a Sus justos el momento de su muerte. A los incrédulos no les serviría de nada saber algo así. ¿Por qué? Porque seguramente dirían: “Todavía tengo algo de tiempo. Voy a pecar un poco más, por última vez. Me arrepentiré antes de morir”.
Toda nuestra vida tiene que ser solamente preparación y arrepentimiento.
Desde luego, aquellos que jamás han asistido a la iglesia y no han tenido una vida de oración enfrentan con sufrimiento el momento de morir. Puede que experimenten un repentino sentimiento de arrepentimiento y llamen al sacerdote, pero no sabrán qué decirle. Solamente: “No he robado, no he matado a nadie, padre. Soy una persona muy buena, un hombre correcto”. Y con esto se disipa cualquier intento de contrición. Es terrible.
(Traducido de: Îndrumar creștin pentru vremurile de azi: convorbiri cu Părintele Ambrozie (Iurasov),vol. 2, Ed. Sophia, 2009, pp. 277-278)