Todo se hace con el auxilio de Dios
De este modo, el hombre reconoce su impotencia, su debilidad, y acude a Dios para que le conceda Su ayuda.
No es posible obrar ningún bien sin el auxilio de Dios, y ningún mal sin Su consentimiento. Él creó todo y Él gobierna todo. Dios, desde luego, no es la fuente del mal, sino del bien. Sin embargo, permite que hagamos el mal, porque respeta nuestra libertad.
A veces, siguiendo Su sapientísimo juicio, Dios impide la comisión del mal; otras veces, ayuda a la realización del bien, y otras veces impide también ese bien, de manera que, en ambas situaciones, en el bien y el mal, sea puesto a prueba el libre albedrío del hombre y se manifieste la fuerza y el poder de la Santísima Trinidad. De este modo, el hombre reconoce su impotencia, su debilidad, y acude a Dios para que le conceda Su ayuda. Con esto, elude confiar solamente en sí mismo y se hace humilde.
(Traducido de: Sfântul Dimitrie de Rostov, Abecedar duhovnicesc, Editura Egumenița, Galați, 2006, p. 43)