¿Trabajamos, amamos u oramos?
Para entender qué es la oración, primero debemos entrar en una relación de solidaridad con la completa realidad del hombre, con su destino y el de la humanidad entera, asumiéndola en su totalidad.
Muchas veces nos parece que nuestra vida cotidiana y la oración son difíciles de compaginar. Así, llegamos a pensar que, teniendo un ritmo de vida tan exigente, persiguiendo siempre objetivos ilusorios, aquella armonización resulta difícil de realizar. Se trata de una idea completamente equivocada, porque proviene de conceptos errados de lo que son la vida y la oración. Creemos que la vida consiste en movernos sin cesar, y que orar significa retirarnos a algún sitio, olvidando tanto el contexto y la situación en que nos hallamos como a nuestros semejantes. Nada de esto es cierto y sólo representa una ofensa a la vida y a la oración.
Para entender qué es la oración, primero debemos entrar en una relación de solidaridad con la completa realidad del hombre, con su destino y el de la humanidad entera, asumiéndola en su totalidad. Esta es la obra fundamental de Dios, realizada con Su Encarnación.
(Traducido de: Mitropolitul Antonie de Suroj, Făcând din viață rugăciune, Editura Sophia, București, 2014, pp. 104-105)