Palabras de espiritualidad

Transformando nuestas emociones en experiencias espirituales

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Por medio del arrepentimiento, la negación de nosotros mismos y la humildad, transformamos las emociones en experiencias espirituales.

¿Es posible que la emoción sea consecuencia de la caída o un estado de enfermedad?

—La emoción está mezclada con las pasiones del amor a los placeres. No se identifica completamente con ellas, pero en cierta medida tiene parte de ellas. Un hombre sano espiritualmente, es un hombre equilibrado en todas sus manifestaciones. Cuando la mente del hombre es luminosa, cuando el hombre llega a la iluminación de la mente, no es impulsado por Dios solamente en lo psicológico o lo emocional, sino que tiene una verdadera comunión con Él. Aún más, él ve en la creación entera las razones de todas las existencias, la energía no-creada de Dios que le guía. El hombre, así, no es impulsado emocionalmente por la naturaleza y su belleza, sino que observa en ella la energía de Dios. Como dice San Isaac el Sirio, la fe visible, que el hombre alcanza cuando obtiene la iluminación de la mente, es la puerta a los misterios de Dios.

Les daré un ejemplo muy sencillo. San Diadoco de Fótice dice que una es la alegría principiante, y otra la alegría perfeccionante. La primera, fuertemente atada a la emoción, está mezclada con la imaginación, “no le falta el trabajo de la imaginación”, en tanto que la segunda está vinculada a la mente humilde. En medio, entre la alegría emocional y la alegría que perfecciona, se encuentra la “tristeza que ama a Dios y la lágrima sin dolor”. La alegría emocional, llamada “principiante”, no es completamente mala, pero debemos llegar a la segunda forma. La perfección y la sanación son alcanzadas por medio de la cruz. “Porque fue por medio de la Cruz que la alegría vino a todo el mundo”. Es decir, en la Iglesia nos esforzamos en transformar todas las emociones, como todo lo que es de este mundo.

La transformación de las emociones en experiencias verdaderas y auténticas, se realiza por medio de la contrición. La contrición nos lleva, de un monólogo trágico y doloroso, al diálogo con el Dios Vivo. Por medio del arrepentimiento, la negación de nosotros mismos y la humildad, transformamos las emociones en experiencias espirituales. Y aquí se verifica lo que dije sobre la imaginación. Mientras más grave sea la enfermedad emocional del individuo, más se representará la muerte y la oscuridad en su mente. Y, mientras más se transformen las emociones del hombre, más luminosa será su mente. Actualmente, se encuentra en la escala de la iluminación. Luego, ¿han visto qué importnate es el movimiento de la mente? ¿Hemos notado qué rol tan importante tiene, sea que siga el movimiento de acuerdo a su natturaleza, o en contra de esta?

Padre, explíquenos con mayor detalle cómo se transforman las emociones en experiencias espirituales...

—Creo que he mencionado los puntos principales. Pero puedo extenderme un poco más en este tema. Los Padres dicen que en el alma de la mujer las experiencias psicológicas se hallan más fuertemente atadas a las espirituales. En otras palabras, muchas mujeres consideran los llamados “estados espirituales” como si fueran experiencias espirituales. Por ejemplo, es posible que sientan una dulzura emocional cuando oran, y crean que esto es ya el descenso de la Gracia de Dios. Es necesario estar muy atentos, porque en tales momentos pueden surgir muchísimas figuraciones, creando las premisas para una grave anomalía espiritual.

Les daré un ejemplo. La niña se representa los sentimientos maternos, cuando juega con sus muñecas. Las alimenta, las baña, las acuesta, etc. Sin embargo, cuando crece y llega a ser una verdadera madre, todo eso lo hará con trabajo. La mujer siente el dolor de dar a luz, así como el sufrimiento y el esfuerzo de criar a sus hijos. La niña se imagina la maternidad y, me atrevería a decir, se goza con ella, de forma emocional, sin sufrimiento alguno, en tanto que la verdadera maternidad de la mujer sí que está atada al dolor y el sufrimiento, porque es una cruz. De forma parecida distinguimos la alegría emocional de la alegría espiritual, es decir, las emociones de las experiencias espirituales. Solamente la verdadera y plena contrición puede limpiar todos los estados del alma, haciéndolos espirituales. Y, desde luego, el padre espiritual es quien nos puede ayudar en esto; él es el responsable de ayudarnos a distinguir y sanar esos estados. Así, ayudados por nuestro confesor, nuestra mente se cura, es llevada de un movimiento anti-natural a uno natural, o aún mucho más alto que su propia naturaleza. Entonces la mente es iluminada y unida a Dios, sanándose de todas sus figuraciones y emociones. Precisamente por esto, la identificación del verdadero problema, como la sanación de la mente que está en tinieblas, son asuntos absolutamente indispensables.

(Traducido de: Boala și tămăduirea sufletului în tradiția ortodoxă - Mitropolit Hierotheos Vlachos, Editura Sophia, București, 2001, p. 73)