Palabras de espiritualidad

Tres aspectos fundamentales en la vida del cristiano

  • Foto: Bogdan Bulgariu

    Foto: Bogdan Bulgariu

El alma del hombre es, ante los ojos de Dios, algo más valioso que todo el mundo material

«Me has planteado estas tres preguntas: ¿Cuál debe ser el pensamiento más importante del hombre? ¿Cuál debe ser la preocupación más importante el hombre? ¿Cuál debe ser la expectativa más grande del hombre?

Pensar en el cuidado que Dios nos prodiga debe ser el pensamiento más importante del hombre.

Procurar la salvación de su alma debe ser la preocupación más grande del hombre.

Esperar el momento de su muerte debe ser la expectativa más grande del hombre.

¿Cómo tendríamos que pensar en el cuidado de Dios para con nosotros? Para esto hay que tomar como medida la ley moral de Dios. Siguiendo esta medida, hay que observar lo que ocurre en la vida de las personas que nos rodean, y con las cuales nos mantenemos en contacto. Esto no siempre es fácil, porque algunas veces las causas se hallan escondidas en el pasado lejano de la persona, y otras veces es posible entenderlas solamente conociendio la vida de sus padres. La confesión de fe del cristiano se cimienta en la revelación de esas causas. El salmista exclama a Dios: “Todo el día pensaré en Tus preceptos y conoceré Tus caminos… ¡Cuánto amo Tu ley, Señor! Siempre pienso en ella”. Porque los mandamientos del Señor son la base de lo que les sucede a los hijos de Adán. La ley del Señor es la luz que alumbra todo lo que le ocurre al hombre.

¿Cómo debemos ocuparnos de la salvación del alma? Para esto, lo mejor es leer el Evangelio y consultar con la Iglesia. En este mundo, el hombre no tiene un bien tan grande como su alma. Y es precisamente este gran bien lo único que puede salvarlo de la muerte. Todo lo demás, lo que no es el hombre, sino del hombre, lo que aprecia y acumula, inevitablemente ha de morir. El alma del hombre es, ante los ojos de Dios, algo más valioso que todo el mundo material, según las palabras de Cristo: “¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma?”. Así pues, no hay nada que deba preocuparle más al hombre que la salvación de su alma.

¿Cómo se debe esperar la muerte? Como un soldado en la guerra. O como un estudiante que se prepara a conciencia, esperando que en cualquier momento el maestro lo llame a la pizarra. Del incesante recuerdo de la muerte nos habla también nuestro Señor, en la parábola del hombre rico e insensato que pensaba construirse graneros más grandes y vivir con mayor holgura, hasta que inesperadamente escuchó que le decían: “¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?”.

¿Por qué pensar en la providencia de Dios es el pensamiento más importante del hombre? Porque le brinda al hombre sabiduría y felicidad.

¿Por qué el cuidado de la salvación del alma debe ser la mayor preocupación del hombre? Porque el alma es el bien más grande del mundo, y es normal que al bien más grande se le dedique más cuidado y atención.

¿Por qué esperar la muerte es la expectativa más importante que debe tener el hombre? Porque purifica la conciencia y le da al hombre un estímulo inmejorable para la práctica de las virtudes. Cuando a un hombre muy juicioso le preguntaron qué era lo que, a lo largo de su vida, le había llevado a actuar con tanta rectitud e integridad, él respondió: “¡Pensar en la muerte!”.

Estas tres cosas no se pueden encontrar entre los animales. Son aspectos propios del hombre, y aun de la más elevada clase de hombres. Todo el resto es común al hombre y a los animales.

¡Paz y bendiciones de Dios!».

(Traducido de: Episcopul Nicolae VelimiroviciRăspunsuri la întrebări ale lumii de astăzi, volumul I, Editura Sophia, București, 2002, pp. 137-139)