Tres fuentes seguras de gozo espiritual
La preocupación fundamental del principiante es la lucha contra las pasiones. Sólo después de la purificación de las pasiones se puede empezar a avanzar en la “Oración de Jesús”.
Padre, ¿qué lugar tiene en la vida monacal la Oración de Jesús? ¿Esta forma de oración es conocida por todos los cristianos?
—Como sucede en todos los países ortodoxos, en el monaquismo rumano la “Oración de Jesús” goza de una atención especial. Al entrar a la comunidad (monacal), el monje recibe su cuerda de oración, con la recomendación de mantener en la mente y el corazón la oración: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador”. Además, los monjes que no puedan participar con regularidad en la regla común de oración, deben repetir diariamente un cierto número de “Señor Jesucristo…”, por cada uno de los oficios ordinarios. El stárets Joanicio, del Monasterio Sihăstria, un conocido padre espiritual, aconsejaba siempre a sus discípulos: “Hermanos, no olviden jamás practicar estas tres cosas: el temor de Dios, el cuidado de la mente, y el ‘Señor Jesucristo’”.
Desde la antigüedad, el monaquismo rumano tomó una forma hesicasta, como lo demuestran todas las “sihăstrii” (ermitas) y el mismo nombre de “sihastru” (eremita, anacoreta), que en ningún otro pueblo ortodoxo han adquirido la popularidad que tienen en nuestro país.
Cultivando una estrecha relación con el pueblo —al igual que los monjes de hoy en día—, entre todos los consejos que esos anacoretas les daban a los fieles, incluían la práctica de la oración incesante. Se sabe que un campesino muy sencillo, el anciano Jorge (Lazar), fue un gran practicante del ascetismo más severo y de la “Oración de Jesús”, virtudes que habría de transmitir a su familia. Una vez con la aparición de la Filocalia y con el renacimiento filocálico que he mencionado antes, la práctica de la “Oración de Jesús” se hizo aún más común entre el pueblo creyente.
En lo que respecta a la práctica de la “Oración de Jesús”, el monaquismo rumano ha conservado la diferencia clásica de los grandes padres espirituales, quienes separan el ascenso espiritual en dos etapas irreversibles: el trabajo (ascesis) y la contemplación. Todos los monjes se ocupan con la “Oración de Jesús”, pero, al comienzo de la vida espiritual, el acento principal se pone en la ascesis y la obediencia. En otras palabras, la preocupación fundamental del principiante es la lucha contra las pasiones. Sólo después de la purificación de las pasiones se puede empezar a avanzar en la “Oración de Jesús”, que debe ser practicada con muchísima atención. Esto, a diferencia de lo aconsejado por San Paisos de Neamț, quien decía que también los principiantes pueden avanzar en la “Oración de Jesús”, sin una previa purificación de sus faltas, por medio de la ascesis y la obediencia.
(Traducido de: Ieromonahul Petroniu Tănase, Chemarea Sfintei Ortodoxii, Editura Bizantină, București, 2006, pp. 55-57)