Tres trampas que nos tiende el maligno
Este debe ser nuestro afán, hasta que el amor del amor divino se encienda en el altar de nuestro corazón.
Tres son las trampas que nos tienden los demonios cuando queremos llevar una vida en armonía con la voluntad de Dios.
En primer lugar, luchan para impedirnos que hagamos el bien.
Si no lo consiguen, dedican su esfuerzo a convencernos de hacer todo en contra de la voluntad de Dios.
Y si tampoco esto les funciona, se inmiscuyen en nuestra alma, adulándonos porque toda nuestra vida parece ser agradable a Dios.
Las armas para vencer la primera de esas trampas del demonio son el discernimiento y el recuerdo de la muerte; para vencer la segunda, la obediencia y la humildad, y para librarnos de la tercera, la incesante difamación de uno mismo.
Este debe ser nuestro afán, hasta que el amor del amor divino se encienda en el altar de nuestro corazón.
(Traducido de: Sfântul Ioan Scărarul, Scara Raiului, Editura Amarcord Timișoara, 2000, p. 407)