Tres verdades sobre la vida y la muerte
El pecado hace del hombre vivo, un muerto. El desenfreno trasforma al vivo en muerto, el aborto, las maldiciones, robar, la falta de fe, burlarse de las cosas santas... todo esto transforma al hombre vivo, en un portador de muerte.
La primera y gran verdad es que el Señor Jesucristo es Señor de la Resurrección, Señor de la Vida. Señor de la eternidad. Esto lo demostró con Su Resurrección de entre los muertos, también resucitando al hijo de la viuda de Naín, así como con todo lo que hizo y testimonió. Así demostró que el destino del hombre no es el sepulcro.
La segunda gran verdad es que en nosotros, hombres vivos, hay mucha muerte. El pecado hace del hombre vivo, un muerto. El desenfreno trasforma al vivo en muerto, el aborto, las maldiciones, robar, la falta de fe, burlarse de las cosas santas... todo esto transforma al hombre vivo, en un portador de muerte.
La tercera gran verdad es que Dios nos dejó Su Iglesia, que somos nosotros, los fieles, el pueblo de Dios, cuerpo misterioso del Señor, a los llamados a la salvación y santificación, y ltambién a Iglesia material, que nos acoge cada domingo, cuando oficiamos y participamos de su Santo y Divino Sacramento.
(Fragmento de la prédica pronunciada por el Metropolitano Teófano, en la re-santificación de la Iglesia dedicada al “Nacimiento de la Madre del Señor”, en la localidad de Trestiana, Botosani)